domingo, diciembre 28, 2014

Parte III

"¿Qué falla dentro de mí?"

Esa pregunta que tarde o temprano, las personas rotas se hacen a sí mismas. Porque ven que absolutamente todo está mal, todo falla y no entienden por qué. Qué han hecho, qué les pasa, por qué no son simplemente como la mayoría de la gente... Preguntas en bucle, play, pausa y repetición hasta encontrar la respuesta.

Sorpresa, aún no he encontrado las respuestas y aprovecho esta pausa antes de la próxima repetición para intentar darle un orden a todas y cada una de las ideas que asaltan mi mente antes de perder la poca cordura que me queda.

Hablo de dar oportunidades, de las primeras que muchas veces no se dan por desconfianza o miedo a que algo salga mal, pero ya nada puede ir a peor, es hora de dejar de castigarme y premiarme con la oportunidad de confiar en mí a pesar de todo eso que falla, ya encontraré arreglo o quizá ni me haga falta.

jueves, agosto 28, 2014

Ojalá espere.

Hay días en los que me da por pensar y,
cuando pienso, lo hago de más.
Es por eso que intento pensar lo menos posible,
aunque a veces haga menos bien que mal.
Por ejemplo, hoy, he estado pensando en ti.
Otra vez.
Y, joder, será por la de tiempo que llevas paseando por mi mente
de un lado a otro, mareándome con el vaivén de tus caderas al caminar.
Me recuerdas a cada instante cómo no estoy contigo y me haces imaginar cuan afortunado se debe sentir ese alguien cuando eres tú quien empieza una conversación y no resulta nada incómoda. También pienso en cómo teniéndote tan "cerca" tanto tiempo, aún siga tan, pero que tan lejos.
Son noches y noches seguidas sin descansar de ti,
te has llegado a colar en sueño tras sueño y, cariño,
siempre siendo la reina de la fiesta, como de costumbre.
Sé lo que aún queda para decir que esto que escribo me encantaría que fuera solo para ti y que pensando se llega a (tu) Roma,
porque voy a paso lento y casi no avanzo,
y dejo de pensar, ya que,
Roma, puede esperar.

jueves, agosto 14, 2014

No volveré a quedarme con las ganas.

Y es que no hay peor castigo por no haberme sincerado
que saber con puntos y comas que otra te está diciendo
lo que yo tanto te he pensado.

Recuerdo haberte escrito una carta a mano en mitad de una madrugada un poco fría y silenciosa. Hasta bajé de un armario mi máquina de escribir, después de un año sin emplear su tinta en nadie, para que mi poco estética caligrafía no estropeara todo aquello tan bonito que te pretendía contar. Y andar con pies de plomo en cada frase que te decía, escribía o dedicaba por miedo a parecer una de esas locas que juran amor eterno a la primera de cambio, como quien jura decir la verdad y nada más que la verdad diciendo así la primera mentira antes de siquiera acabar la frase.

Tenía y tengo miedo de que sepas todo lo que pasa por mi mente, por eso nunca llegaste a leer esa carta que decía más entre líneas que en las líneas propias.
A mitad de camino, saqué el folio de la máquina y tiré ambos papeles repitiéndome una y otra vez lo tonta que era por creer que te interesaría algo de lo que yo tenía que contarte.
Y ahora me arrepiento.

Me arrepiento de no haberte contado lo mucho que me cuesta empezar a escribir cartas, que cada vez que quiero expresarme me vuelvo tonta y me bloqueo, o cómo sentí el primer día que te conocí que eras especial y no alguien que pasaba por pasar sin dejar ni una huella, eres de esas chicas que con la mirada dicen que te van a dejar en la coraza muescas como mínimo, y que con el tiempo me moría de ganas de que las muescas las hicieras con tus dientes y no en mi coraza, que me la quitaras y fuesen en mi cuello o mis caderas.

Me quedé con ganas de decirte que cuanto más te conocía, más te quería conocer, al igual que ahora me quedo con las ganas y sin nada más.

jueves, julio 31, 2014

Parte II

Soy una persona hecha para estar sola, no hay más. Por mucho que quiera cambiarlo esto va a seguir así siempre y, si lo pienso bien, tampoco está tan mal.
Me alivia saber que al final del día llegaré a mi casa, sola, me pondré música e intentaré organizar todos esos pensamientos que han rondado por mi cabeza a lo largo del día. Tendré todo ese tiempo que nadie más tiene para darme. Me permitiré el lujo de olvidar la palabra "agobio" y todos sus derivados, y dejaré atrás ese sentimiento de angustia que me limita durante las horas de sol. Podré sentarme tranquila y dejar para mañana toda preocupación como hago cada vez que escribo.
Algunos estamos hechos para estar solos porque tenemos suficiente con nosotros mismos aunque no soportemos durante el día el triste sentimiento de soledad que de madrugada tanto se agradece.

jueves, julio 10, 2014

Pensando se llega a Roma.

Si te digo la verdad,
esta noche sólo tenía ganas
de escribirte y sentirte
con más de cinco sentidos.

De hacer de tu recuerdo algo real,
ese algo a lo que abrazar
cuando no puedo dormir
de madrugada,
o cuando me entra sueño
a las cuatro de la tarde.

Tenía ganas de que estuvieras a mi lado
y me he sorprendido intentando sorprenderte
con ideas dignas de un bombero.

Ahora sólo me quedan las ganas de recitarte
mil frases de canciones al oído,
de esas que tanto me recuerdan a ti
aunque no tengan nada que ver
las unas con las otras,
o contigo,
o conmigo.

Y esperar a que caigas rendida
después de un día cansado de
no-hacer-nada.

Y contarte mientras duermes
que mi día se ha basado en pensar
en ti, en cómo te estaría
tratando hoy la vida
y lo que me hubiera gustado
no-hacer-nada 
pero contigo.


sábado, abril 26, 2014

Parte I

No, esta no va a ser una entrada más de adolescente encaprichada. Este hueco en blanco ha susurrado mi nombre, para que haga un buen uso de él y lo haga mío.

Sí, voy a hacer completamente mía esta entrada, puede que no te vaya a interesar tanto como ahora mismo crees, así que, no voy a intentar convencerte de que sigas leyendo.
Dicho esto:

Buenos días.

No hace ni una hora que abrí los ojos después de una noche de sueños. Sueños sí, repleta de sueños que hacían que me despertase constantemente. Sueños en los que consigo ser feliz aunque duren dos minutos y lo único bueno que saque de ellos sea un sí de mi madre ante la petición de traer un perrito a casa.

He abierto los ojos aún con esa sensación de entusiasmo por la noticia y, seguiendo adormilada, mi primer impulso ha sido ir a contárselo a mi hermano, como cuando éramos pequeños y compartíamos cualquier mínima alegría, hacíamos algo muy grande de algo que, en otros ojos, parecía muy pequeño.

Al momento he terminado de despertarme o bueno, no. Porque últimamente estoy como en un sueño constante. Soy consciente de que el tiempo sigue pasando y pasando, pero yo no voy con él. Todo sigue su curso menos yo, que llevo estancada en esta situación de agobio, una situación en la que lo único que llego a sentir es unos latidos muy acelerados dentro de mí y una dificultad para respirar horrible, una situación que ha estado durando demasiado tiempo.

Sólo quiero que acabe. Mayormente me ocurre cuando estoy sola, en mi casa, en mi cama, cuando me da por pensar y lo veo todo demasiado oscuro. Pido ayuda, de verdad que la pido, pero nadie sabe cómo ayudarme. Y yo no sé cómo ayudarlos a ellos a ayudarme.

He caído en una especie de bucle agobiante del que no puedo salir. Conozco su principio y también sé su final. Soy como una bomba de relojería y exploto cada cierto tiempo. Tranquilos, yo me entiendo.

Quizás esto de narraros las cuatro gilipolleces que me pasan por mente sea más útil de lo que creía.
Puede que vuelva a hacerlo.

Ahora en serio, que tengáis un buen día, una buena tarde y una mejor noche.

Hasta pronto.

lunes, marzo 10, 2014

Incoherencias a la 1:05.

¿Qué haces cuando por fin te das cuenta
de que la soledad será
siempre tu única mejor amiga,
tu amante
y tu vida?

Te debates entre aceptar
la cruel realidad
y apartarte de la sociedad,
o bien, plantarle cara para
no dejar que eso ocurra nunca
y poder superar
todos tus miedos hacia ella.

Mira, sinceramente,
no sé qué hacer.

No sé nada.
Estoy de lo más perdida.

Ya no intento
ni organizar todos
mis pensamientos,
me es imposible.

Me limito a vomitar letras
en forma de lágrimas
que van creando palabras
que a su vez forman
frases con algún punto final ocasional mientras
que en mi mente no hay más
que punto y coma's.

Lo peor que puede haber
es falta de cariño en
una persona totalmente
solitaria.

Muchas veces no me siento ni persona,
si os digo la verdad,
soy una especie de animal.
De los que se dejan alcanzar
por esos pocos que su instinto
no decide apartar.

Maldita forma de protegerse
destruyendo lo único
que tendrás siempre,
es decir, a ti mismo.

No pretendo
extenderme demasiado,
tan solo necesitaba poner
un poco de orden
y tranquilidad en eso
a lo que normalmente
llamamos cabeza, aunque,
a veces parezca que tengo
más bien poca.

Buenas noches.

miércoles, marzo 05, 2014

Lo bueno se hace esperar.

Hoy no vengo a quejarme, ni a ladraros lo puta que es la vida.
Ni siquiera vengo a ponerme amarga y a hablar de lo ácida
que me resulta la poesía para la circulación.

Vengo a hablaros de que he conocido al amor,
otra vez,
en una de sus mejores formas.

Lo he conocido en unos ojos cansados,
pero no tristes y tampoco apagados,
unos ojos que han vivido demasiados años
y quieren narrar miles de experiencias con cada pestañeo.

Unos ojos con una mirada
aún más transparente que el agua,
que te invitan a conocer cada
rincón de su alma inmensa,
ya bien crecida por los años.

Lo he conocido lleno de arrugas
y sin planchar,
pero escucha bien una cosa:
Falta no le hace.

He conocido al amor que tiene la forma
más natural y pura.

Y créeme cuando te digo
lo desafortunada que me siento
por no poder vivirlo
en mis propias carnes
por tener que esperar unos años más.

Pero, eh, sin prisas que, lo bueno,
se hace desesperar.

domingo, febrero 23, 2014

3:00

Noche de invierno en el centro de Madrid. Escasean los coches y el ruido del tráfico cesa según van pasando las horas. Las luces, los semáforos en rojo y la última ventana encendida en el edificio de en frente, desaparecen.

Me aparto, casi sin hacer ruido, de la única ventana de la habitación y dejo de respirar ese aire frío que me recuerda tanto a ti porque,
al fin y al cabo,
hoy no he venido a hablar de ti,
ni de mí,
ni de un no-nosotras.
Te aparqué junto a Neruda en cuanto descubrí que no fui la primera que te escribió y mucho menos la única.

Ahora, cuando callan mis pensamientos, es cuando el tic tac de los relojes empieza a asemejarse a esas campanadas que suenan en todo un pueblo cuando ha fallecido alguien. El tictac anuncia la muerte de mis recuerdos, está claro que de todos no, ni siquiera de los recuerdos mismos, pero sí de lo que me hacían sentir.
Anuncian el final de cada despedida que he llegado a presenciar
o el final de cada viaje en el tiempo, pero hacia atrás,
por desgracia,
este no es un regreso al futuro
y no hay nada que pueda ya cambiar.

Me dejo caer de espaldas en la cama, mi fiel compañera, la cual ha presenciado más películas que cualquier cinéfilo de los noventa y ha servido de base en más de una melodía en la que mis lágrimas marcaban el compás como lo hacían antes aquellos besos mientras un bis de caricias nos pedía más.

Hoy he venido a hablar
de que no me apetece callar
porque ya no dueles
como hacías antes.
Porque ya no nos echo en falta
no hay más nudos de garganta,
pequeña.

Ahora hay libertad
y ganas de soñar,
de personificar
los versos más bonitos,
los que ya no te pertenecen.
Aquellos que ya no te nombran,
ni nombran a otra,
pero, léeme bien:
Ni falta que hace.

Si algo me han enseñado los poetas es a querer algo con ganas,
pero sus poemas me han enseñado que ellos eligen de quién hablan y no quien los lee.

Y aunque quiera con todas mis ganas leerte en todas partes, no lo decidiré, dejaré que ellos me cuenten cómo te conocieron tan frágil y valiente,
con letras y señales
tal y como te encontré.

martes, enero 07, 2014

Hablemos de dar lo que nunca has recibido.

No hace falta ser querido para saber querer, de hecho, sabes querer mejor cuando no has sido tan querido. Sabes que tienes que hacer lo que nadie ha hecho nunca contigo, es así de sencillo.

Esa sensación de querer proteger a esas personas vulnerables que en silencio te gritan "ayúdame" o con la mirada te piden que no te alejes.
Ese momento en el que te das cuenta de que tu objetivo es intentar que nadie pase por lo que tú has pasado. De querer darles lo mejor, por poco que los conozcas.
De querer hacerles felices,
de dar lo que nunca has recibido porque sabes lo mucho que hace falta.

En estos casos no te hace falta perder algo para saber lo que tienes, basta simplemente con no haberlo tenido nunca para saber cuánto lo necesitas.

No me leas, no te va a interesar.

Vuelta a la realidad. Vuelta al caos o, dicho de otra forma, vuelta a mi vida. A mi día a día, a eso llamado rutina que a casi nadie contenta.
Vuelta a los horarios, a ver a toda esa gente que te provoca cualquier sensación menos la de agrado. Vuelta a las caras largas, a cargar todo ese peso a tus espaldas (y no me refiero precisamente a los libros y los apuntes kilométricos). Vuelta a los madrugones, a las tazas de café cargado porque la noche anterior la pasaste en vela intentando encontrar la solución a alguno de todos los problemas. Vuelta al estrés. Vuelta a la misma historia una y otra vez. Al "quiero pero no puedo" o al "quiero pero no sé el qué".

Llevo años simplemente deseando que esto acabe. Recuerdo pasarme las horas, fuese día o noche, hiciese buen o mal tiempo, fuese bien o mal todo a mi alrededor, llorando. Llorando sin más.
Llorando por no saber salir del agujero.
Llorando de impotencia por no poder hacer nada.
Llorando por no saber qué hacer y no tener a nada ni a nadie para aconsejarme o simplemente guiarme.

He estado perdida demasiado tiempo, en un bucle de agobio y tristeza  humedecido con lágrimas ocasionales, tanto tiempo que ya no sé cómo era todo antes de esto. Ya no sabría vivir sin estar así aunque es lo que más deseo cada noche antes de dormir y cada mañana al despertarme y aún mientras me quedan ratos libres para pensar durante el día.
Me encantaría salir sin la preocupación de "eh, puede darte una neura en cualquier momento y a ver qué haces". Muchos pensaréis "ey, pero si yo te veo bien, te veo contenta y alegre, una más con tus amigas" eso sólo quiere decir que soy lo suficientemente payasa para intentar hacerme olvidar todo yo sóla y conseguirlo a ratos. Autoengaño, lo llaman. Pero no significa que esté superado, es algo que está ahí, sólo hay fases. Fases de "estar bien" pero no significa que estés bien, significa que estas en la fase de "bueno, he aprendido a vivir con ello", la fase de estar acostumbrada a que todo vaya mal, pero era un nombre demasiado largo.

Estoy en esa fase en la que sobrevivo y no vivo, dejo que el tiempo pase para llegar a algo, ¿a qué? no sé, a algo. Y me doy cuenta de que solo yo puedo cambiarlo, dar un paso en cualquier dirección y dejar de sobrevivir sin más para vivir a secas. Pero no lo doy. Nunca tengo fuerzas, ni ganas, ni ánimos. No tengo nada. A veces creo que no tengo ni sentimientos.