martes, enero 07, 2014

Hablemos de dar lo que nunca has recibido.

No hace falta ser querido para saber querer, de hecho, sabes querer mejor cuando no has sido tan querido. Sabes que tienes que hacer lo que nadie ha hecho nunca contigo, es así de sencillo.

Esa sensación de querer proteger a esas personas vulnerables que en silencio te gritan "ayúdame" o con la mirada te piden que no te alejes.
Ese momento en el que te das cuenta de que tu objetivo es intentar que nadie pase por lo que tú has pasado. De querer darles lo mejor, por poco que los conozcas.
De querer hacerles felices,
de dar lo que nunca has recibido porque sabes lo mucho que hace falta.

En estos casos no te hace falta perder algo para saber lo que tienes, basta simplemente con no haberlo tenido nunca para saber cuánto lo necesitas.

No me leas, no te va a interesar.

Vuelta a la realidad. Vuelta al caos o, dicho de otra forma, vuelta a mi vida. A mi día a día, a eso llamado rutina que a casi nadie contenta.
Vuelta a los horarios, a ver a toda esa gente que te provoca cualquier sensación menos la de agrado. Vuelta a las caras largas, a cargar todo ese peso a tus espaldas (y no me refiero precisamente a los libros y los apuntes kilométricos). Vuelta a los madrugones, a las tazas de café cargado porque la noche anterior la pasaste en vela intentando encontrar la solución a alguno de todos los problemas. Vuelta al estrés. Vuelta a la misma historia una y otra vez. Al "quiero pero no puedo" o al "quiero pero no sé el qué".

Llevo años simplemente deseando que esto acabe. Recuerdo pasarme las horas, fuese día o noche, hiciese buen o mal tiempo, fuese bien o mal todo a mi alrededor, llorando. Llorando sin más.
Llorando por no saber salir del agujero.
Llorando de impotencia por no poder hacer nada.
Llorando por no saber qué hacer y no tener a nada ni a nadie para aconsejarme o simplemente guiarme.

He estado perdida demasiado tiempo, en un bucle de agobio y tristeza  humedecido con lágrimas ocasionales, tanto tiempo que ya no sé cómo era todo antes de esto. Ya no sabría vivir sin estar así aunque es lo que más deseo cada noche antes de dormir y cada mañana al despertarme y aún mientras me quedan ratos libres para pensar durante el día.
Me encantaría salir sin la preocupación de "eh, puede darte una neura en cualquier momento y a ver qué haces". Muchos pensaréis "ey, pero si yo te veo bien, te veo contenta y alegre, una más con tus amigas" eso sólo quiere decir que soy lo suficientemente payasa para intentar hacerme olvidar todo yo sóla y conseguirlo a ratos. Autoengaño, lo llaman. Pero no significa que esté superado, es algo que está ahí, sólo hay fases. Fases de "estar bien" pero no significa que estés bien, significa que estas en la fase de "bueno, he aprendido a vivir con ello", la fase de estar acostumbrada a que todo vaya mal, pero era un nombre demasiado largo.

Estoy en esa fase en la que sobrevivo y no vivo, dejo que el tiempo pase para llegar a algo, ¿a qué? no sé, a algo. Y me doy cuenta de que solo yo puedo cambiarlo, dar un paso en cualquier dirección y dejar de sobrevivir sin más para vivir a secas. Pero no lo doy. Nunca tengo fuerzas, ni ganas, ni ánimos. No tengo nada. A veces creo que no tengo ni sentimientos.