miércoles, noviembre 13, 2013

Recordando y recordando...

Aún recuerdo cómo resonaban aquellas gotas de lluvia en los cristales de los coches. Sí, aquellas, porque no habrá nunca unas iguales como aquellas. Como las de aquel 24 de Octubre de ese año que prefiero no recordar. Gotas que caían sobre mi piel como caen los copos de nieve sobre el duro asfalto. Gotas con cierto parecido a tus caricias frías en aquel otoño. Eran de esas caricias que te hacen sentir, sentir que tu piel no va a conocer caricias iguales. Caricias que quemaban, como lo hace el hielo, y dejaban marcas a lo largo de mi cuerpo. Marcas similares a las del carmín de unos labios impresos en alguna taza de cafetería olvidada por el centro de Madrid. Marcas que siendo rojas de pasión, acabaron azules de tristeza y vacías de emoción. De esa emoción que me llenaba por dentro cada vez que te veía llegar por la esquina derecha de aquella pared de nuestra estación. Era la misma emoción que crecía dentro de mí aquellas madrugadas sonriendo a una pantalla mientras imaginaba tu carita de felicidad inocente, esa carita que ponías cuando, como una niña pequeña, sonreías y las finas comisuras de tus labios se curvaban ligeramente hacia arriba dejándome tan solo pensar en lo mucho que te adoraba.

Aún recuerdo nuestros abrazos, ¿sabes? Aquellos en los que jugábamos con nuestro siempre enemigo Tiempo. Aún, a veces, me llega el olor a nuestros abrazos de entre la gente mientras bajo por Gran Vía y no paro de pensar en que me estoy volviendo loca por creer sentirnos en todos lados.

Aún recordando he empezado a extrañar tus brazos rodeando mi cintura separada de ti tan solo por un par de jerseys que hasta nos sobraban y he decidido dejar de recordar, empezar a olvidar.
Nos he dejado por nuestra vieja amiga Vida. 
Nos he dejado por seguir viviendo junto a ella.