A lo largo de un día nos enfrentamos a más de cien decisiones y a sus consecuencias. Con cada decisión vamos creando nuestro camino, guiándolo por distintos lugares. A veces, aunque creamos que nosotros decidimos por dónde ha de ir el camino, es al revés, el camino decide a dónde vamos nosotros.
Hay personas que creen en un camino llamado "Destino". Creen que su historia ya está escrita y sólo se limitan a seguirla, a dejar que el camino les lleve hasta su final.
Otras, sin embargo, piensan que pueden modificar su camino como quieran, pueden elegir como vivir, como recorrer el camino antes de llegar a ese final.
Ambas creencias coinciden en que hay un final al que todos vamos a llegar.
Personalmente, creo que no hay que conformarse con lo que nos da la vida. No hay que conformarse a lo que estamos "predestinados". Tienes que saber llevar tu vida, hacerla tuya de verdad, y eso lo consigues sólo tomando tus propias decisiones y afrontando las consecuencias de tus actos.
"Si no actúas como piensas, vas a terminar pensando como actúas."
Con esto quiero decir que tienes que saber llevar las riendas de tu vida, hacer lo que de verdad quieras. Si tienes que pararte a pensar en las consecuencias que pueden traer tus actos, hazlo, pero no dejes que tu camino te lleve. Son nuestros actos los que nos definen, los que nos crean, nos cambian, nos enseñan y solo nosotros decidimos quién queremos ser y no nuestro destino.