viernes, octubre 18, 2013

A veces pienso que un caracol llena más que yo.

Llevo tanto tiempo como si estuviera fuera de mí que ya no sé muy bien cómo es ser yo. Es una sensación muy extraña. Te sientes como dormida a todas horas, cansada, sin objetivos, vives la vida solo porque el tiempo pasa y no llegas a enterarte muy bien del por qué. La gente pasa por tu vida como el tiempo, también casi sin que te des cuenta. ¿No sería, acaso, genial poder seleccionar a la gente que quieres en tu vida? Tener una enorme tabla y ver a todas esas personas que te han hecho sufrir, llorar, reír, que te han hecho sentir, para bien o para mal, te han hecho más humano, y poder seleccionar a aquellos que te gustaría volver a tener en tu vida, saber cómo les va, qué ha sido de ellos. Pero mirando la parte pesimista, esas personas también podrían escoger a quién quieren en sus vidas, y a lo mejor tú no serías una de ellas. Serías de ese grupo de seres que quedan en el olvido para siempre, de esos que no han hecho nada por nadie, de los que no dejan marca, huella, recuerdo. De los que tarde o temprano acaban desapareciendo porque el tiempo pasa y ellos lo hacen junto a él.

A veces me da pena pensar que cualquier persona que me conoce me cambiaría por otra sin pensarlo dos veces mientras que yo lucharía por poder traerlas de vuelta a mi vida. Antes me esforzaba en pensar, una y otra vez, cuando alguien nuevo, amable, una de esas personas que no quieres dejar atrás, entraba en mi vida, que no quería que se fuese nunca, que no podía permitirlo. Después de tantos intentos fallidos, ya ni me lo planteo, simplemente asumo que se quedarán un tiempo y acabarán yéndose como los demás. Igual que hace todo el mundo y para colmo yo no podré impedirlo porque no soy suficiente para nadie.