cuando pienso, lo hago de más.
Es por eso que intento pensar lo menos posible,
aunque a veces haga menos bien que mal.
Otra vez.
Y, joder, será por la de tiempo que llevas paseando por mi mente
de un lado a otro, mareándome con el vaivén de tus caderas al caminar.
Me recuerdas a cada instante cómo no estoy contigo y me haces imaginar cuan afortunado se debe sentir ese alguien cuando eres tú quien empieza una conversación y no resulta nada incómoda. También pienso en cómo teniéndote tan "cerca" tanto tiempo, aún siga tan, pero que tan lejos.
te has llegado a colar en sueño tras sueño y, cariño,
siempre siendo la reina de la fiesta, como de costumbre.
Sé lo que aún queda para decir que esto que escribo me encantaría que fuera solo para ti y que pensando se llega a (tu) Roma,
porque voy a paso lento y casi no avanzo,
y dejo de pensar, ya que,
Roma, puede esperar.