viernes, agosto 28, 2015

Cuando el frío quema.

Es Invierno y una de las cosas que más me gusta del frío es que también quema. Aviva llamas, arde y, lo mejor, sienta tan pero tan bien que quemarse deja de parecer un acto suicida y es un impulso más hacia la supervivencia.
Es ella.
Es Invierno.
Es frío.
Es la llama que no quiero que se apague nunca. Que entre en lo más profundo de mi alma y arrase con todo. Reconstruya las ruinas que otras dejaron y las haga aún más bonitas.
No pido que me baje la luna, porque la prefiero desde lejos, reflejada en sus ojos y haciéndome sentir cada vez más pequeña pero cada día más grande. Que la noche y las estrellas sean infinitas junto a nosotras y que se pare el tiempo cuando observo su sonrisa y no puedo evitar que se me contagie.
Es invierno. Es mi chica y este es sólo el principio de nuestra historia.

domingo, agosto 16, 2015

Se llama Invierno.

Cuando la conocí pensé que se llamaba Esperanza, aunque para mí siempre fue invierno. Fue una ráfaga de aire fresco y limpio cuando mis pulmones no conseguían apenas funcionar. Vino en forma de pequeña luz que cada día se iba haciendo más grande. Desde un principio pensé que aquella luz que emanaba, iba a ser intermitente, hasta que decidió quedarse. Cada día aquella luz era más blanca, más fuerte, más brillante. Me ayudaba a ver mi oscuro mundo a colores. Me prometía que jamás iba a apagarse, pero a veces la observaba parpadear agotada, deseando que aquella oscuridad pasara pronto para poder verla brillar como tanto me gustaba. Luego llegó la gran llama, le decía que se iba a quemar, pero ella insistía en que aquello era lo que más le apetecía. Ahora soy yo la que quiere quemarnos juntas para resurgir de nuestras cenizas, de cero, una y otra vez. Quien quiere ser la energía que esa luz necesita y se merece para brillar más fuerte que nunca y superar otoños, primaveras y veranos siendo Invierno y siendo hogar en cualquier parte.