Llevo tanto tiempo queriendo escribirte, una canción, un poema o cuatro frases mal estructuradas para intentar explicarte lo que ni yo sé explicarme a mí misma, que ya he perdido la noción de los días y las horas desde que todo empezó.
Con todo me refiero a encontrarte viniendo de frente por un lado de mi camino, y encontrarme a mí no queriendo apartarme para ver si por casualidad tú tampoco te apartabas y cuando nuestros cuerpos chocasen, decidías abrazarme y darme un beso de esos que se dan con ganas y se sienten más que ningunos otros.
Recuerdo verte venir desde muy lejos, y me recuerdo no queriendo hacerme a un lado, deseando más que nada chocarme contigo.
Y cuando (por fin) nos chocamos, no querer separarme de ti, ni de tu sonrisa, tu mirada, y mucho menos, del calor de tus abrazos en los fríos paseos nocturnos por Madrid.
Ahora es cuando no puedo imaginarme sin echar todo eso de menos, y todo lo que no hemos vivido aún y ya echo en falta.
Sin extrañar tu dulce voz al otro lado del teléfono a las tantas de la madrugada aunque estés muerta de sueño e intentes convencerme de que no, con tal de hablar un rato más, y escuchar tus "te quiero, imbécil" que provocan casi de forma inmediata un "te quiero, gilipollas" de mis labios, entre suspiros, con los ojos cerrados y el corazón abierto.
Echar de menos hasta la cara de tonta que se me queda tras colgar y la forma en que abrazo la almohada deseando que aparezcas, y soñarte noche tras noche, e incluso día tras día, porque estás siempre aquí, aunque no te vea y no me creas cuando te digo que vivo desde que choqué contigo, que cuanto más te conozco, más quiero conocerte.
Porque me encantas tal y como eres y quiero saber el cúmulo de causalidades que te han hecho tan así, tan tú, tan… ¿Ves? Sigo sin saber explicarme, y no hago más que delirar palabra tras palabra y ya van cinco párrafos. Y es que no hay términos suficientes para definirte, definir lo que me haces sentir, incluso cuando finjo que no estás, porque estás dormida y me quedo pensándote hasta que caigo rendida y consigo encontrarte en el mundo al que verdaderamente perteneces, porque eres un sueño, aunque un sueño hecho realidad.