Y tras mucho divagar llego a la conclusión de que no puedo hacerlo, solo me puedo limitar a escribirte mal y tarde cuatro líneas en una página perdida por internet que quizás ni llegues a leer.
Paro.
Dejo de oír el sonido que hacen las teclas del ordenador y me centro en el bailar de las horas en estas noches de tormenta.
Un.
Dos.
TRES.
Tu sonrisa ha vuelto a mi memoria.
Recuerdo cómo he llegado aquí.
Tú me has traído a este lugar.
Tu recuerdo y tú.
No sé muy bien hasta donde quiero llegar diciendo esto.
No estoy sacando nada en claro.
Claro.
Claro como el brillo de tu mirada por las mañanas.
Mañanas con olor a ti.
A esa fragancia que no se olvida.
Fragancia con sabor a tus besos.
Besos.
Esos que no me volverás a dar.
Tres.
Cuatro.
TRES.
He vuelto a caer.
Voy hacia atrás como los cangrejos.
Cangrejos.
Curiosa palabra.
Curiosa como tú.
Que mueves tus caderas al ritmo de nuestros besos,
como si eso nos fuera a salvar, amiga.
Amiga.
Esa palabra.
Esa palabra que vuelves a ser tú.
Tú.
Amiga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario